martes, 24 de junio de 2008

De Tierno a Zapatero





Publicado en el Levante - EMV el martes 19 de febrero de 2008

Tuve el privilegio de conocer a don Enrique Tierno Galván hace ya muchos años. Fue el 1 de noviembre de 1976 en una conferencia que pronunció en Villena invitado por el Club de Amigos de la Cultura , con gran afluencia de público y discreta vigilancia policial pues aún operábamos en la ilegalidad política. Posteriormente, tuve la oportunidad de frecuentarlo con mucha mayor intimidad e intensidad hasta su prematuro fallecimiento en 1986 poco antes de cumplir 68 años.
Del pensamiento y la praxis política del llamado viejo profesor, desde la fundación del Partido Socialista del Interior en 1968, luego Partido Socialista Popular en 1974, hasta su paso por la Alcaldía de Madrid, donde adquirió una inmensa popularidad ciudadana en los más diversos sectores sociales, se pueden extraer ciertos paralelismos ideológicos y éticos con el presidente Zapatero, pese a la evidente distancia generacional entre ambos, pues cuando el profesor falleció, Zapatero tenía 26 años y 19 cuando Tierno fue elegido alcalde de Madrid en las primeras elecciones democráticas en nuestros municipios en 1979.

Magnífico orador, empleaba un verbo fluido y un idioma caudaloso, voz sonora y persuasiva, y un tanto seductora; definición que utilizó para explicar las condiciones retóricas de un compañero y que se le puede atribuir con sus mismas palabras.
Castellanos ambos, de la llamada entonces Castilla la Vieja que marcaba carácter, Zapatero lo definió como un socialista poliédrico y añadió: como todos los grandes hombres.

El viejo profesor simpático, educado y rebelde, de discurso tranquilo y modales amables entronca con el talante de Zapatero, entendido por las formas suaves, la capacidad de diálogo y la voluntad de consenso.
Decía Alfonso Guerra que transmitía una moderación tranquila incluso en sus más radicales posiciones, que fueron cuantiosas y profundas durante su larga vida política, tanto en sus numerosos textos como en sus acciones, incluso como alcalde de la capital.

Cuenta el escritor Antonio Gómez Rufo una anécdota que ilustra las formas del VP: yo acostumbraba a llevarle en mi Seat 600 desde Marqués de Cubas hasta Marqués de Urquijo cuando en ambos sitios tenía despacho que atender. Y un día, lluvioso y gris, le llevé hasta la esquina con Ferraz, en donde solía dejarle. Me dio las gracias como de costumbre, abrió la portezuela y, mirando el suelo, permaneció inmóvil. Yo no entendía por qué no se bajaba hasta que giró su cabeza, me miró y me dijo, con su natural cadencia de voz «se le ve tan tranquilo y sosegado, ahí en el suelo, que me da no sé qué pisarlo. Si pudiera adelantar un poco el coche»... ¡Había un charco! .
Zapatero ha tenido que lidiar con una de las legislaturas más ásperas de la democracia, apasionante pero con la permanente tensión que produce la provocación diaria a la que nunca sucumbió, ni por serena indignación ni por tacticismo político. El referente ético entendido como un componente básico del ejercicio de la política, incluso en las condiciones más adversas, es un elemento incuestionable de unión entre ambos personajes.

De gran talla intelectual pertenecía a una estirpe de políticos hoy desaparecida, que conjugaban esa doble posición entre el mundo de la cultura de donde procedían y en el que se reconocían y la acción política a la que abocaban por necesidad histórica y por posicionamiento ético, entre Manuel Azaña y Salvador Allende.
Zapatero decía de él: para mí, fue un socialista que dio ejemplo de que la primera virtud de un socialista es estar cerca de la gente, y de que su éxito más rotundo es que la gente acabe reconociéndole como uno de los suyos.

La cercanía que como describe Zapatero era un persistente intento del VP de conocer y solucionar los problemas de sus vecinos, en una permanente alianza con ellos por encima de los avatares de la política del día a día, la utopía como motor de la historia, y la libertad como concepto que le lleva a exclamar «bendito sea el caos porque es síntoma de libertad», recuerdan al socialismo de los ciudadanos del presidente basado en la igualdad de oportunidades como objetivo principal, en el empeño individual como motor y la libertad entendida como no dominación.
La memoria histórica lo proyecta como un hombre austero y un gran revitalizador cultural durante la famosa movida madrileña de los ochenta, pero en los años duros de la dictadura supo aglutinar a su alrededor un movimiento plural de resistencia antifranquista y de democracia avanzada, nucleado por intelectuales y profesionales con un fuerte vínculo ético, situados en el socialismo de izquierdas pero marcadamente heterogéneo y de tintes libertarios.

En las primeras elecciones democráticas del 15 de junio de 1977 se presentó como líder indiscutible del pequeño y activo PSP, con el que obtuvo 816.582 votos distribuidos por toda España, 86.705 de ellos en nuestra Comunitat Valenciana, 58.654 (un 5,4%) en la provincia de Valencia y 33.544 (un 8,4%)en la ciudad de Valencia. Muchos de estos votos se han quedado anclados en las refriegas políticas, otros perdidos en la abstención post referéndum de la OTAN, pero es importante reencontrarlos en los nuevos escenarios de las mismas luchas, con renovadas izquierdas pero las mismas derechas a las que se enfrentaron Tierno y Zapatero.

Alfonso Guerra describe su entierro como una monumental expresión de afecto, admiración y tristeza en la despedida. La sociedad española lo lamentó, los madrileños salieron a acompañar su féretro en una verdadera marea humana que todo lo inundaba. Y relata una de sus últimas conversaciones telefónicas como una muestra de su proverbial sentido del humor y fina ironía: «Don Alfonso, tienen que trasladarme a la clínica y pretenden que lo haga tumbado en la camilla de la ambulancia, va a pensar la gente que estoy enfermo». Este era el hombre que percibía que moriría unos días después.

Después de leer este artículo, en el que someramente se intentan sintetizar sus maestrías, me hubiera dicho: «No es menester que se tomaran ustedes tantas molestias».

*Economista

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