martes, 24 de junio de 2008

¿Qué vos passa , valencians?



Publicado en el Levante - EMV , el sábado 16 de junio de 2007 http:/www.levante-emv.com

Las derrotas, cuanto más inesperadas, considerando su volumen, más dolorosas son y más desconcierto producen en las organizaciones y en los individuos afectados.

La gente progresista no se explica que con el mapa de corrupción de norte a sur de la CV, con las continuas arbitrariedades en la gestión y la división del partido, aún ganen y además con mayoría absoluta.

Pero cuando pasan los días y reposan las ideas empiezas a entender, que no compartir y menos asumir, el porqué de esos 1.200.000 ciudadanos que les han votado, sobre todo y, muy importante, por primera vez en sentido opuesto al gobierno de España. Hasta ahora, nuestra comunidad era un reflejo del ambiente nacional y votaba en el mismo sentido que la mayoría de los españoles: cuando gobernaba Felipe, aquí Lerma; cuando Aznar, aquí Zaplana.

Por primera vez, los valencianos han votado en clave autonomista y vertebrada, y aunque es verdad que esta comunidad está cambiando rápidamente, los valencianos no se han hecho de derechas de golpe. Se han producido cambios sociológicos, algunos importantes en consonancia con las variaciones de modelos económicos, de 1995 a 2007. En doce años, la población cambia de ideas, pero no tanto.

Entonces, ¿cómo puede ser que la Valencia republicana y blasquista de principios de siglo, la capital combativa de la II República, la última región que conquistó Franco, y que después del largo túnel, cuarenta años más tarde, mantuvo intacta su memoria histórica para recuperar sus posiciones políticas hasta 1995, ahora sea el granero de votos de la derecha arcaica y establezca con Madrid un puente reaccionario contra un gobierno nacional de corte progresista, probablemente el más progresista de la democracia? .

Pues puede ser, porque han optado por primar el bienestar individual y el progreso económico, representado básicamente por la construcción como motor de riqueza y empleo, con sus espejismos y su espíritu depredador a medio y largo plazo. Han visualizado entre la seguridad de lo actual o la incertidumbre del tripartito. Entre la riqueza a corto o las obsesiones identitarias, se prefiere el ensoñamiento de los grandes fastos y eventos que nos colocan en el mapa internacional que tanto orgullo produce y tanto gustan a gran parte de nuestro pueblo. Incluso se ha votado con complicidad, sin desconocimiento de las tramas y redes de corte siciliano que pueblan nuestras costas. Se ha elegido a conciencia lo que se quería, olvidando los servicios públicos, la educación, la sanidad, lo colectivo en suma? eso ya lo resolverá el Gobierno nacional al que se lo reivindicaremos con una gran dosis de victimismo. Decía Ortega que toda realidad que se ignora prepara su venganza.

Ha sido, en contraposición a nuestra esperanza, una votación poco ideologizada. No ha existido un debate de ideas, conceptos y principios, sino de situaciones y estados de ánimo personales y colectivos. Cómo y quién me beneficia a mí más como individuo, ajeno a un colectivo y a sus valores. Y un proceso político con esas características atrae a pocos y, por supuesto, no moviliza a la izquierda sociológica, ya de por sí poco dada a procesos autonómicos en sus pocas y contadas movilizaciones.

Pero tampoco toca dramatizar. Un millón de valencianos ha optado por lo contrario, por una política sensata de crecimiento sostenible. En una elección complicada ha elegido lo arriesgado y lo ha hecho con convencimiento y claridad de miras. No está nada perdido, ni siquiera el futuro. Lo fácil ahora es culpar al líder y no reflexionar sobre las causas reales y profundas del fracaso, sobre todo por aquellos que esperaban el resultado para felicitarlo y ponerse a su disposición. En un descalabro global pierden todos, por lo cual todos somos potencialmente responsables, pero ya se sabe que la derrota tiene pocos padres.

El análisis tiene que estirarse hasta el principio, a 1991 en la ciudad y a 1995 en la Comunitat: ¿por qué se perdió y por qué durante todos estos años no se ha recuperado nada de apoyo ciudadano? Incluso retrotraerse a etapas anteriores donde se ganaba en las urnas, pero se perdía la calle en las batallas de los símbolos. ¿Dónde han fallado las políticas de oposición, las ofertas electorales y los objetivos estratégicos? Probablemente hay que tener flexibilidad mental y de espíritu para adaptarse a las imposiciones de la realidad.

¿Representamos de verdad las aspiraciones y los anhelos de nuestro pueblo? ¿Nos parecemos en definitiva a nuestros ciudadanos? Ésta podría ser la primera de nuestras grandes preguntas.

*Economista.

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